Hijos de la ira: Un libro de protesta en medio del silencio

13.08.2021

...et eramus natura filii irae sicut et ceteri...

Ephes., II, 3.

Dámaso Alonso nació en Madrid en 1898; fue poeta, crítico literario, profesor y filólogo. Pasó su infancia en Asturias, pero regresó a su ciudad natal para estudiar Derecho y Literatura. Trabajaría en numerosas universidades nacionales e internacionales, fue director de la Revista de filología española y, durante los años 1968 a 1982, también de la Real Academia Española. Dámaso comienza con una poesía pura, para más tarde bucear de lleno en lo humano. Entre sus obras podemos encontrar Poemas puros. Poemillas de la ciudad, Oscura noticia u Hombre y Dios, pero su obra cumbre es Hijos de la ira, considerada una de las obras españolas más importantes del siglo XX, iniciadora de la poesía desarraigada y la mejor de la generación del 27, a la cual perteneció.

La primera edición de esta obra fue publicada en 1944. Elías L. Rivers diría de ella que "es el prolongado monólogo de un salmista medio ateo". En efecto, la figura de Dios es la protagonista, pues llega a confirmar su no-existencia, a dudar de ella, a amarle, a escrbir que también Dios odia, le pide explicaciones, clama ante él... Contiene, a su vez, un gran valor testimonial para el estudio y la comprensión de la historia de los primeros años de posguerra en España, así como su poesía. 

Tras la guerra civil, se apoderó de los intelectuales una desorientación vital que afectó a la poesía; así lo afirmó Xavier Zubiri, alegando que estos se encontraban rodeados de confusión e intimamente descontentos consigo mismos y con el mundo. Así, era preciso tomar un nuevo camino: ese dolor, esa injusticia y esa incertidumbre traen como consecuencia que el escritor se pronuncie, y de este modo nacen obras como Hijos de la ira. De hecho, el propio Dámaso rompió con el formalismo anterior para "llegar al corazón de los hombres y no para exquisitas minorías", como diría tiempo después. También él diría que este fue un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba.

En cierto modo, tiene razón. Esto se comprende si observamos el impacto que tuvo este libro en una sociedad muy afectada en tantos ámbitos; ese lenguaje revolucionario, movilizador y vociferante trajo consigo una humanización de la poesía, según consideran diversos expertos. Muchos poetas tomaron esta obra como un salvavidas que los ayudó e inspiro para su propio camino creativo. Fanny Rubio, especialista en poesía española contemporánea escribió lo siguiente: "El libro era estremecedor y aliviaba a un lector en situación de crisis o violencia , y ayudaba además a conocer la realidad de un hombre que necesitaba protestar".

Algunos miembros de la generación del 27
Algunos miembros de la generación del 27

Este poemario, al cual se le irían sumando varios poemas más en posteriores ediciones, cuenta con 26 composiciones. Comienza con "Insomnio", en el cual escribe sobre la crueldad de la que él mismo es partícipe y pide explicaciones y clama ante Dios.

"Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?"

En "Preparativos de viaje", Dámaso hace referencia a la muerte y a las diferentes actitudes ante ella; además gran parte de su inspiración para este poema proviene de su estancia en el Hospital Militar de Carabanchel.

"Y es muy frecuente

que el moribundo hable de viajes largos,

de viajes por transparentes mares azules, por archipiélagos remotos,

y que se quiera arrojar del lecho

porque va a partir el tren, porque ya zarpa el barco.

(Y entonces se les hiela el alma a aquellos que rodean al enfermo. Porque comprenden.)" 


En numerosas ocasiones habla de sí mismo: principalmente se refiere a su alter ego, y le increpa. En el poema "La madre", utiliza a su "madre niña" para, a través de la nostalgia, no aceptar ese paso del tiempo; por otra parte, muchos han dicho de este poema que se trata del más tierno y conmovedor de todo el libro. Aunque durante todo el poemario podemos observar la injusticia, el dolor, la crueldad, la misma guerra, lo cierto es que Dámaso no cierra la puerta de la esperanza: en poemas como "Mujer con alcuza" o "Dedicatoria final (las alas)", esta está presente y deja un atisbo de confianza. Es, en definitiva, un desahogo necesario para el autor pero que decide no darse por vencido: "tenía que cantar para sanarme".

"Hace 45 años que te odio,

que te escupo, que te maldigo,

pero no sé a quién maldigo,

a quién odio, a quién escupo.

Dulce,

dulce amor mío incógnito,

45 años hace ya

que te amo."


"¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas? 

¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta,
conserva aún en el invierno el tierno vicio,
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?"


"Ah, niña mía, madre,

yo, niño también, un poco mayor, iré a tu lado,

te serviré de guía,

te defenderé galantemente de todas las brutalidades de mis compañeros,

te buscaré flores,

me subiré a las tapias para cogerte las moras más negras, las más llenas de jugo,

te buscaré grillos reales, de esos cuyo cri-crí es como un choque de campanitas de plata.

¡Qué felices los dos, a orillas del río, ahora que va a ser el verano!"

Aunque se muestre demasiado atrevido ante Dios (cuestiona su existencia y llega incluso a negarla): "Y ha preguntado / quién movía aquel horrible tren. / Y no le ha contestado nadie. [...] Y ha seguido días y días, / loca, frenética, / en el enorme tren vacío, / donde no va nadie, / que no conduce nadie", tambié muestra la necesidad que tiene de él: "Dime, di que me buscas. / Tengo miedo de ser náufrago solitario, / miedo de que me ignores  / como al náufrago ignoran los vientos que le baten, / las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan."

También se lamenta del odio y de la guerra en poemas como "Raíces del odio":

"Sí, sois vosotras, hijas de la ira,
frenéticas raíces
que penetráis, que herís,
que hozáis, que hozáis con vuestros secos brazos,
flameantes banderas de victoria,
donde lentas se yergen,
súbitas se desgarran
las afiladas testas viperinas."


En conclusión, este poemario de desgarrada intensidad es clave en un momento de la historia caracterizado por la incertidumbre y el silencio. Dámaso Alonso consigue recoger todo ese dolor arrastrado desde hace varios años debido a la guerra (del mismo país e internacionales) y sus posteriores consecuencias, y hacer que muchísmos lectores se sientan comprendidos y acompañados. Es, en definitiva, una protesta que va evolucionando en diferentes actitudes:

"Algunas tiernas casas aún esperan
en el umbral las voces, la sonrisa creciente
del morador que vuelve fatigado
del bullicio del día,
los juegos infantiles
a la sombra materna de la acacia,
los besos del amante enfurecido
en la profunda alcoba.
Nunca más, nunca más."


"No hay mirada más triste.

Sí, no hay mirada más profunda ni más triste."


"Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo."


Retrato de Dámaso Alonso por Josep Pla-Narbona.
Retrato de Dámaso Alonso por Josep Pla-Narbona.



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